Junto con el del cine y los libros, pocos sectores han sufrido una transformación tan radical como el de la música. Atrás quedan los años dorados de las discográficas con cifras millonarias de venta de discos. Ahora la industria musical es un negocio digital que ha tenido que adaptarse a la fuerza a una nueva realidad.
La tecnología y la música siempre han ido de la mano
La tecnología siempre ha sido una compañera ineludible de la música. Los soportes físicos siempre han necesitado equipos para reproducirlos y medios donde promocionarlos. El iPod supuso un auténtica revolución que durante un tiempo consiguió casar las necesidades de las discográficas con la de los usuarios. Actualmente son los servicios de streaming como Spotify los grandes dominadores de la distribución de la música. Spotify es otro de esas grandes anomalías que tanto nos da internet. Es un servicio que admite suscriptores pero donde muchos usuarios no pagan. Spotify, como otros muchos servicios de streaming necesita pagar multimillonarias licencias para poder ofrecer su extenso catálogo de música.
Lo que viene a demostrar el modelo de streaming es que necesitas estar muy muy muy arriba para pensar en generar dinero a través de estos servicios. Esto viene también a reflejar una forma distinta de consumir los contenidos. En el caso de Spotify todo consiste en las famosas listas de reproducción o playlists.
YouTube es el enemigo actual de la industria musical
Si le preguntan a la industria de la música por su principal preocupación, te dirán sin pensarlo YouTube. La industria acusa sin remilgos a Google de beneficiarse del contenido de la música sin pagar todo lo que debería y encima de no poner los medios necesarios para evitar el uso sin licencia de su música. Según la RIAA, que defiende los intereses de los principales grupos de música, Google se aprovecha de una legislación anticuada para no poner coto al uso indiscriminado de música con derechos en su red. Además, pone como ejemplo que se gana más dinero vendiendo discos de vinilo que lo obtenido de los servicios de streaming con anuncios como Youtube. Los números son sorprendentes, la venta de 17 millones de vinilos reportaron 416 millones, mientras que los miles de millones de reproducciones en servicios como YouTube recaudaron tan solo 385 millones.
Enlaces de interés
- Libro Cómo dejamos de pagar por la música de Stephen Witt editado por Editorial Contra.
- Artículo en The Guardian – From YouTube to the blockchain: how music and tech are colliding in 2016
- Artículo en The Guardian – Don’t mention the J-word: how Spotify gifted my jazz tune two million hits
- Artículo publicado por la RIAA sobre el rendimiento del streaming en plataformas como YouTube