Internet es una montaña rusa de sentimientos. Nos brinda la oportunidad de expresar sentimientos de manera continua ya sea con un like, un corazón o un emoji. Una persona puede recibir reconocimiento y aprobación de completos desconocidos y en cambio sentirlos como gente cercana. La web permite ampliar nuestros círculos más allá de nuestros límites geográficos y sociales.
Internet es una prueba más de que somos animales sociales
Internet no ha despertado nada. Ese comportamiento es consustancial a los humanos. Como especie somos seres fundamentalmente sociales en busca permanente de relaciones. Con internet podemos dar rienda suelta a nuestra necesidad innata de socializar. Gracias a internet hemos ampliado nuestro círculo social y lo hemos hecho mucho más activo.
El gran triunfo de la web ha sido precisamente ese. Conectar personas. Y conectarlas especialmente en el plano sentimental. Muchos años antes de Facebook estaban los chats, espacios virtuales de encuentros que empezaban anónimos para en muchos casos terminar en encuentros personales cara a cara. Con el tiempo la mayoría acababan mal pero muchos tuvieron final feliz o acabaron en una buena amistad.
De los chats a redes sociales como Tinder
Esos chats fueron precursores de muchas cosas. En primer lugar del uso anónimo de la red. Con internet no tenías que tener una buena presencia para atraer la atención de alguien. Tenías al menos el beneficio de poder ser ocurrente y simpático. También en gran medida fueron precursores de un uso mucho más libre de la red. En internet la gente se atreve a expresar cosas que sería raro que se atrevería a decir cara a cara.
Hoy las aplicaciones de contacto son muchísimo más directas y fundamentalmente visuales. Tal es el caso por ejemplo de la red social Tinder, donde sus usuarios van pasando alegremente con el dedo fotografías de potenciales parejas geolocalizadas. Si dos personas coinciden en su selección, el programa realiza el contacto a través de un mensaje.
Para que aplicaciones como Tinder tengan éxito es necesario un número significativo de usuarios y al mismo tiempo un refinamiento en la manera en la que el programa te sugiere posibles parejas. Por tanto estas aplicaciones necesitan transformar sentimientos en datos. Cada interacción, cada me gusta y el comportamiento dentro de la aplicación es medido y traducido en algo que un programa informático pueda interpretar.
Por primera vez, el comportamiento humano en materia sentimental se empieza a llevar a los números fríos de la estadística y no siempre los resultados son los esperados
Muchos usuarios al final se cansan de la simplificación de esas relaciones, que reducen a las personas a una especie de producto. Cuando hay mucho donde elegir es más que probable que empecemos a tomar decisiones muy superficiales y descartemos a las personas por detalles sin importancia.
¿Está el amor sobrevalorado en la web?
En la web el amor se entrega casi sin pensar, lo que siendo bonito parece no ser muy realista. Como en aquella canción del grupo Queen titulada Demasiado amor te matará, en la web hay que ser consciente de que las expresiones de simpatía y amor cuestan muy poco. Tan poco como un simple clic o un gesto con el dedo. Para evitar desengaños es bueno comprender que el comportamiento en la red es impulsivo y muchas veces caprichoso. Poner un corazón en un publicación es un símbolo de aceptación y de simpatía, pero también como hemos visto una pista para el propietario de la aplicación. En la web todo tiene una condición efímera pero muy apasionada.
Es posible que internet, con nuestra ayuda, esté de manera voluntaria o involuntaria contribuyendo a vulgarizar sentimientos tan humanos como el amor y la amistad. Sentimientos tan atados al mundo real y a las experiencias físicas, que sean confundidos y malinterpretados en la red.