El episodio 12 del podcast República Web lo dedico al interesante libro «Internet no es la respuesta» de Andrew Keen publicado recientemente en España por la editorial Catedral.
Transcripción del episodio
Para mucha gente internet supone libertad, oportunidades y ausencia de jerarquía. Son muchas las voces que presentan a internet como un lugar donde todo es posible. Un ciberespacio sin las ataduras del mundo tradicional, donde negocios disruptivos creados por jóvenes idealistas derriban viejas estructuras. Presentan a internet como un lugar que rehuye la tradición y democratiza las oportunidades sociales y económicas. En pocas palabras, una arcadia digital.
Pero cada vez son más numerosas las voces que nos alertan sobre los peligros de la internet que se ha construido hasta ahora. Una de las voces más conocidas sobre las falacias de la revolución digital es la de Andrew Keen. En su último libro, publicado recientemente en España titulado «Internet no es la respuesta», Keen explica como la internet actual, lejos de ser una arcadia feliz, supone una amenaza para las igualdades sociales, el empleo y la privacidad. Explica con detalle como internet crea economías desiguales donde unos pocos privilegiados acaparan la mayoría de recursos, con empresas que acumulan una espectacular riqueza pero crean en comparación muy poco empleo.
Internet no es la respuesta, no es un libro caprichoso. Recoge mucha información acerca de investigaciones y material escrito en torno a la cuestión de internet. El apartado de Notas de final del libro ocupa casi 60 páginas de fuentes y referencias, y por sus páginas se mencionan destacados autores y publicaciones. Tampoco es un libro catastrofista. AL final del libro el autor propone soluciones para conseguir una internet más libre y justa, aunque reconoce que se enfrenta a un reto formidable dado el poder de la economía digital y de las grandes empresas que la controlan.
El libro se lee casi de tirón a pesar de sus casi más de 300 páginas. Yo me lo leído en dos días y me considero una persona a la cual le gusta leer con calma, pero es que la lectura es absorbente.
La ironía de los «dueños de internet»
La lectura comienza, como no, en Silicon Valley, con una visita al imponente y opulento edificio The Battery, una antigua fábrica reconvertida por sus multimillonarios dueños en un experimento social en forma de exclusivo «no club» donde se rehuye el estatus y sus miembros pueden ir con vaqueros. Este ejemplo le sirve a Keen para revelar la ironía de las grandes empresas de internet. Se presentan a sí mismas como algo completamenta opuesto a lo que son. Por ejemplo Google se denomina a sí misma, como una «no empresa» sin jerarquía a pesar de ser la segunda empresa por capital bursátil del mundo. Opina Keen que las empresas de Silicon Valley está dirigidas como holocracias, una especie de comunismo versión Silicon Valley donde no existen jerarquías, a excepción por supuesto de los sueldos y la estructura accionarial.
Internet escribe Keen, «nos es presentada por emprendedores ingenuos como un lugar igualitario, transparente y diverso, un lugar que rehuye la tradición y democratiza las oportunidades sociaales y económicas. Pero la realidad es que internet ha hecho del mundo un lugar menos igualitario y ha reducido, en lugar de aumentar, el empleo y el bienestar general«.
Son palabras duras, pero que se corresponden con la realidad más cercana que nos toca vivir. Internet se ha convertido en lo que se llama la economía del ganador se lo lleva todo o la economía del uno por ciento. Así se llama el capitulo 6 del libro y es un capítulo sencillamente espectacular. Se lleva por delante la mayoría de clichés con respecto a la economía digital y pone de relieve lo que ya muchos empiezan a saber y es que «en internet el grande es todavía más grande y el pequeño es todavía más pequeño».
La economía del uno por ciento
Es lo contrario (y aquí estoy citando) a lo que propugna Chris Anderson con su teoría errónea de la larga cola y sus sandeces nostálgicas sobre una industria artesanal de productores culturales de clase media que viven dignamente de la economía digital. Cuanto más abundante es el contenido online, más drástico es el contraste entre el alcance masivo de unos cuantos éxitos y la oscuridad total de todo lo demás. En 2013 el 1% de las figuras más relevantes de la música representaba el 77% de todos los ingresos fruto de la música grabada. De los 8 millones de temas disponibles en la tienda iTunes de Apple en 2011, el 94% vendió menos de 100 unidades y el 32% vendió sólo una copia. La cola de la música grabada se vuelve cada vez más fina con el paso del tiempo».
Otro ejemplo descrito en el libro y que me parece revelador es el de los cursos online másivos y abiertos online (o MOOC como se conocen en inglés), que amenazan hacer lo mismo en el caso de la educación universitaria. Se cuenta el caso de la Universidad estatal de San José que rehusó incluir materiales de la super estrella académica de Harvard, Michael Sandel en sus cursos virtuales. Como indica un pedagogo citado en el libro, los cursos MOOC no pretenden democratizar la educación. Eso no es más que una tapadera. Lo que sucede es justamente lo contrario. Estos cursos están pensados para reforzar las jerarquías existentes y monetizar el prestigio institucional. Los chicos de Harvard pueden interactuar con sus profesores. Los chicos de la Estatal de San José pueden ver como los de Harvard interactúan con sus profesores. San José parece peor que antes. Harvard parece incluso mejor».
El libro está lleno de valiosa información y proporciona un punto de vista muy crítico con respecto al funcionamiento de la internet actual
Lo cierto es que el libro está lleno de valiosa información y proporciona un punto de vista muy crítico con respecto al funcionamiento de la internet actual. El autor describe problemas fundamentales como son la piratería, la privacidad y un modelo de negocio basado en lo gratis que no hace otra cosa que anular el trabajo de miles de creativos. Para algunos este es el pecado original de internet, su dependencia de contenido gratuito que funciona gracias a la publicidad y que la ha convertido en un gran fiasco.
El modelo actual de internet está impuesto por las grandes corporaciones que lejos de ser nuestras amigas, son más extremas que las viejas jerarquías que dicen reemplazar. La creación de internet impulsada por ingenieros convencidos de su potencial liberador, parece haberse quedado en aquella triste pregunta de la España de postguerra que decía ¿y para esto hemos hecho una guerra?. Nos guste o no, el mundo digital está dando una nueva forma a nuestra sociedad a una velocidad de vértigo. El destino del empleo, la identidad, la privacidad, la prosperidad, la justicia y el civismo se ve transformado por completo por la sociedad en red.
Recomiendo muchísimo leer este revelador libro, publicado en España por la editorial Catedral. La traducción es impecable, porque yo ya había ojeado la versión en inglés y está francamente muy bien traducido. También os recomiendo que le echéis un vistazo a los vídeos de Andrew Keen en conferencias colgados en YouTube. El autor habla alto y muy claro, acerca de esta «campo de distorsión» creado por los evangelistas de internet.